¡Atención!

Don´t Copy. Los textos son míos y, en el caso de no serlos lo especifico. Disfruten del blog

Toda una vida.

Éramos distintos imposibles...

¿Sabes? No voy a cuidar tus pasos. No te puedo defender de ti.

lunes, 23 de mayo de 2011

Irrealidad.

Apenas puedo abrir los ojos. Estoy en un lugar que no conozco, tumbada en una cama. Me siento débil. No sé donde estoy.
¿qué ha pasado? ¿por qué estoy aquí? Intento abrir los ojos un poco más y veo mejor lo que hay a mi alrededor, parece un hospital, sí, esto podría ser un hospital, pero ¿por qué?

De lo único que estoy segura es que le he visto, a ÉL, jamás podría haberme confundido, no era una imaginación, era ÉL tan perfectamente imperfecto como siempre...

Intento ponerme de pie, y me siento débil, pero hago un esfuerzo y camino hacia la puerta, la abro, y me doy cuenta de que no, esto no es un hospital. Camino por el pasillo, esto parece una casa deshabitada. Es como si desde hace 20 años nadie viviera aquí. El suelo de madera cruje a cada paso, huele a humedad, a viejo...

-Annie.

Conozco esa voz, esa manera de pronunciar mi nombre, solo puede ser él.
Giro y entonces lo veo atrás mío. Soy incapaz de articular palabra. Me limito a mirarlo sorprendida, contenta, pero a la vez triste, quizás me siento traicionada, dolida, enfadada, pero también feliz. No lo sé todavía, aún estoy asumiendo que él ha vuelto a mi vida.

- ¿qué haces levantada? Estás muy débil, debes descansar...

- Estás aquí...


No se me ha ocurrido decir nada más coherente. Él me está mirando, me sonríe. Adoro esa sonrisa. He creído durante 4 meses que nunca más iba a volver a verla y aquí está. Aquí está él, sonriéndome.

- Si, lo estoy.

Me dejo caer y me siento en el suelo, estoy agotada, esto me supera. Él se acerca a mi, está preocupado, angustiado, lo veo en sus ojos. Siempre lo traicionaron. Sus ojos siempre me dijeron todo lo que quería saber aunque sus palabras dijeran todo lo contrario. Amo sus ojos, tan intensos, con tanta luz. Tan vivos...

- ¿estás bien? Annie, voy a llevarte a la cama...

Niego con la cabeza no sé muy bien a qué.


Él me ignora, me coge en brazos como a una niña pequeña. Yo me acurruco sobre él. Descanso mi cabeza en su hombro, en ese hueco tan hermoso de su cuello donde mi cabeza encaja tan perfectamente.

Estoy cansada, aturdida, triste. Ahora mismo me siento de muchas maneras, pero daría cualquier cosa en este mundo porque este momento fuese eterno, porque por una vez se detuviera el tiempo. Porque por una vez se desvaneciera el mundo y sólo quedáramos Él y yo, para siempre, (dentro de lo que nuestro particular para siempre engobla en nuestra no típica historia de amor..)


Amo sentir sus brazos rodeándome, el calor de su cuerpo, la ternura con la que me susurra cosas al oído para que me duerma. Él está conmigo, ahora estoy segura de ello.

Hemos llegado a la habitación, acaba de dejarme sobre la cama. Cierro los ojos, soy incapaz de mantenerlos abiertos, sin embargo tengo que hacer un esfuerzo, necesito preguntarle demasiadas cosas, saber la verdad.

Está sentado a mi lado, acariciándome el pelo, mirándome. Sé que está velando por mi sueño, esperando que me duerma, como hizo tantas veces hace, ya, demasiado tiempo...

- Poncho...

Me pone su dedo índice en mis labios

- shhh... no hables, no es el momento. Tenemos tiempo.



Y sin embargo yo creo que tiempo es lo que nos falta.

Comienza a acariciar mis labios con su pulgar. Suspiro. Lo amo. Es así.

Intento hablar, él me deja.

-¿qué pasa?

Me mira preocupado, y a mi me fascina verlo así, al límite, quizá sea en estos momentos cuando realmente siento que lo nuestro tiene sentido.

- Prométeme que vas a estar aquí por la mañana. Prométeme que esto no es un sueño y que cuando despierte todo no estará oscuro de nuevo. Prométeme que no voy a volver a ese infierno, que no vas a volver a desaparecer. Prométeme por favor que vas estar Poncho. No quiero vivir una vida en la que no estés tú.

Él sonríe, después se pone serio, quizás demasiado. Pero lo hace, lo hace... y es que, después de todo, él es un hombre de palabra.

- te lo prometo.



Ella se ha quedado dormida. Aún a día de hoy sigue impresionándose el poder que tengo sobre Ella, sobre su vida, sobre su todo, al igual que me sorprende el poder que Ella tiene sobre mi. Porque si hay algo cierto en esta historia, es que mi sonrisa es su sonrisa y que los dos nos amamos mucho, quizás demasiado. Y es cierto eso de que, a veces, el amor no es suficiente, pero deberíamos intentarlo, con lo que sentimos debería bastar, porque duele, y mucho, duele la distancia, el silencio, el no tenernos...


La miro, y parece tranquila, en paz. Me voy agachando lentamente y apoyo mi cabeza en su pecho, en ese pecho que siempre creí que estaba hecho para mi. Y escucho su corazón, los latidos del órgano que la hace vivir, que me hace vivir a mi, porque sin ella no tengo vida, y sonrío, sus latidos son un bálsamo un tanto masoquista para mis heridas.



2 comentarios:

  1. Estoy privatizando el blog pero no encuentro una dirección de correo electrónico tuya para que puedas tener acceso a él. Si te apetece mándamela a: desdemirealidad@gmail.com

    Un beso

    ResponderEliminar

Gotas de Lluvia