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miércoles, 4 de mayo de 2011

Ella

El otro día, Él, ese que estuvo en mi pasado como el amor de vida, el que está en mi presente como un amigo, y que no sé qué lugar ocupará en mi vida en el futuro, me habló sobre una chica. Ella era alguien a quien yo conocía, lo supe en el momento en el que vi su cara al hablar de Ella, solamente Él podía conocerla tan bien. Al escucharlo hablar me sentí rara, asustada:


Ella era una chica diferente. Era de aquellas personas que odias antes de conocerlas pero que amas una vez logras adentrar en la fachada armoniosamente lograda.
Si Ella no te conoce es callada y, tal vez, demasiado tímida. Mientras que si tienes la suerte de ser una de las pocas personas en las que Ella confía es divertida, alegre, también borde y, quizás, en muchas ocasiones, demasiado seria. Ella era alguien a quien, muchas veces, le perdían las formas pero le ganaban los sentimientos, la pasión, la fuerza. Ella era de esas personas que sin tan siquiera intentarlo te abrazan el alma. Era impulsiva, espontánea y cometía muchos errores, tal vez, demasiados. Solía caerse a menudo pero, no sé cómo, siempre conseguía levantarse. Era de esas personas que tienen ese don tan innato de hacer difícil lo fácil. Ella era de esas que tenían la negatividad tan adentro que asustaba pero que, a su vez, era capaz de transmitir a los demás un positivismo alentador. Algo parecido le pasaba con los consejos, porque no en vano, Ella era de esas personas que intentaban ayudar a todo el mundo, que siempre sabía qué decir en el momento indicado y .que de su boca, siempre surgían grandes consejos que, luego, ella era incapaz de aplicarse.
Ella era de esas chicas que lo discutían todo y necesitaba por qués, muchos por qués. Era testaruda, terca y demasiado obstinada. Ella era insegura, aunque esa era la parte que más intentaba ocultar, pero lo era, muchísimo, demasiado, y creía que era menos que las demás cuando la realidad era lo contrario, nadie podía compararse a Ella. Ella era de esas atípicas personas que llegan para no marcharse a ninguna parte. Ella era de esas personas perfectamente imperfectas. Ella era la única capaz de hacerme feliz únicamente viéndola sonreír”.

Y entonces, Él que estaba hablando de aquella chica tan especial, me miró de nuevo a los ojos, intensamente, intentando, supongo, buscar algún tipo de reacción en mi, y la tuvo, quizás no es la que hubiera esperado, o quizás Él siempre supo cual sería mi respuesta:

- Vaya -dije- yo solía ser aquella chica...

El sonrío feliz. Sí, me había dado cuenta desde el principio que era de mi de quien hablaba, solo me había bastado con mirar su cara. Aquel era nuestro lenguaje pero, yo, aún no había terminado.

- Sí, solía ser Ella, pero esa chica de la que hablas ya no está. Hace muchísimo tiempo desde que se marchó.- Igual que lo nuestro quise añadir, pero no pude hacerlo.-.

Él me acarició la cara y me volvió a mirar, esta vez serio, como nunca me había mirado, o al menos eso creía. Ya ni siquiera lo recordaba, al igual que apenas recordaba aquella chica de entonces, la que Él tenía tan grabada.

Entonces me habló como si me hubiera leído la mente.

- Si está-me dijo- todo sigue estando ahí. Tú. Lo nuestro. Solamente tienes que atreverte a recordarlo y, mientras, yo seguiré creyendo por los dos. Hasta que llegue el día en el que te des cuenta que tú eres única y que lo nuestro también lo era, lo es.

Supongo que en ese instante comprendí que Él solo estaba intentando hacerme salir de la soledad, de aquel lugar en el que me había acostumbrado a estar demasiado cómoda. Él sólo estaba intentando darnos otra oportunidad.

3 comentarios:

  1. Me encantó leer tu comentario, es imposible mentirte y decirte que no es verdad; porque TODA la razón.
    Te sigo! un beso.

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  2. Yo ya no sé qué es mejor o peor... ¿Y si no fuera todo tan complicado?

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  3. Supongo, en el fondo, que si no fuera todo tan complicado la vida perdería su gracia, su magia.

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