¡Atención!

Don´t Copy. Los textos son míos y, en el caso de no serlos lo especifico. Disfruten del blog

Toda una vida.

Éramos distintos imposibles...

¿Sabes? No voy a cuidar tus pasos. No te puedo defender de ti.

martes, 26 de abril de 2011

And I´ll miss you, or NOT

Que sí, que podéis seguir hablando de mi. Contando historias e inventando mentiras. Podéis hacerlo, tenéis mi permiso. No lo necesitáis, lo sé, pero yo os lo doy igual. Que por fin he entendido que he estado 20 años sin vosotr@s y que puedo seguir estándolo una vida entera, porque habéis sido de ese tipo de personas que son como un tsunami, que surgen de repente, no traen nada bueno consigo y que, cuando se marchan, lo único que dejan, a su paso, es destrucción. 
Lástima que aunque lo habéis intentado vuestra última función, la de destruir a la gente, sí esa que tan bien se os da, no ha servido conmigo. Habéis estado a punto, pero no habéis tenido éxito y ¿sabéis por qué? Porque no os necesito, nunca lo he hecho. Hubo un tiempo en que creía que sí, pero ahora lo sé. Y si lo sé es por ELLOS. Porque tengo amigos maravillosos, de esos que son capaces de ponerse histéricos conmigo y decirme lo que sea a la cara, sin esconderse detrás de las falsas sonrisas, fingidas, y los te quiero que suenan a veneno. Porque tengo amigos que me saben loca, indecisa, demasiado sincera y hasta casi insoportable, pero que aún así me quieren tan cual soy. En las buenas y en las malas. Llorando, pataleando o gritando. Mal peinada o perfectamente vestida. Amigos con los que he tenido, tengo y tendré momentos maravillosos. Amigos que llegaron al mismo tiempo que vosotr@s y que aún perduran porque, como he dicho, ellos no son efímeros, porque los amigos de verdad no lo son. Y porque cada segundo, a cada momento, me han sacado una sonrisa, aunque en algún momento lo único que he querido hacer es esconderme bajo la almohada y mojar las sábanas, de mi cama, con lágrimas, millones de lágrimas. Porque gracias a ellos, este año, he salido de ese bucle de oscuridad y dolor en el que habéis pretendido meterme.
Y porque gracias a ELLOS he comprendido que, hoy, echo de más lo que antes echaba de menos. 
Lo único que me queda por decir es que os vaya bien la vida. Que espero que seáis felices, siempre dentro de esa forma de vida que os encanta, siempre dentro de ser taaaaaaaaan malas personas. Y que gracias, gracias por haber hecho que saliera de vuestras vidas, porque no quiero nada nocivo en la mía y vosotr@s, querid@s amig@s mías lo sois. 

lunes, 25 de abril de 2011

Mala Costumbre.

Nunca me he planteado en demasía por qué escribo. Quizás sea por mi mala costumbre de no desnudar sentimientos frente a frente, cara a cara. Claro, eso no quiere decir que no sepa, lo hago, es sólo que se me da mejor hacerlo en papel, enredando palabras y diversificando el tiempo. 
Escribir lo que siento es mi modo de vida. Mi vía de escape, mi desahogo necesario, diario. Hay veces que ni siquiera escribo en papel, simplemente surgen frases perfectamente ordenadas en mi mente, que tienen mucho sentido y que surgen, sin más, de la nada, con tanta magia y armonía como el mejor cuento jamás contado, pero no lo plasmo en papel, lo hago en mi cabeza, sintiendo cada una de las locas palabras que se pasean alegremente por mi mentes sin haber sido llamadas. Es curioso como sin quererlo y sin intentarlo, de repente, sucede. Y por eso amo escribir, ya sea plasmándolo o no, porque puedo ser yo. Loca como nadie, bipolar como ninguna e histérica como yo solo sé. 


Así es como soy, y así es como me siento. Así te lo cuento. 


Soy alguien que no está dispuesta a tener esa mala costumbre de querer a medias, pero sí de no mostrar lo que siento a los que están cerca. Y es que yo soy de esas personas que tienen la mala costumbre de buscar excusas para no desnudar mi alma. Esa que a día de hoy busco. Porque ya no sé donde está, ni donde se encuentra. Tampoco sé si está triste o feliz, si está enfadada o quizás simplemente esté divitiéndose, pero sé que está cansada y que pesa, más que nunca. Y si pesa, me impide seguir caminando, y si paro a mitad de camino la lucha habrá sido en vano, pero es que a estas alturas ya no recuerdo por qué empezó la guerra y tampoco quien ganó la primera batalla, ni las sucesivas, ni siquiera sé cuantas hubo. 


Solo sé que a mis diecinueve añitos, siento que he vivido demasiado y que he dado más de lo que se esperaba de mi. Que mi juventud es mía y me la están robando y en medio de esa guerra me estoy perdiendo. Y no quiero eso, porque aún recuerdo como era sonreír a diario por nimiedades y vivir sin preocuparme de la más mínima cosa. Sí, lo recuerdo, lo recuerdo absolutamente todo y lo echo de menos, tanto, que hasta estoy dispuesta a salir a delante y recuperarme. Y volver a ser yo. Tengo que hacerlo. Perderme es un precio demasiado alto por gente que no merece la pena. Y encontrarme no es solo una meta, es obligatorio y yo, ME lo debo.

domingo, 24 de abril de 2011

Pequeños letargos incesantemente incomprensibles.

¿Dónde se quedaron las sonrisas?, ¿Dónde quedó aquella chica que soñaba despierta, empedernidamente?, ¿Por qué dejé de ser feliz?, ¿Por qué me he perdido en el camino? ¿Dónde me encuentro? ¿En qué punto?No lo sé. Esa es la única respuesta que se me ocurre para cada una de mis preguntas.
Tantos interrogantes que no encuentran su sentido. Tantos por qués sin resolver. Y suman y siguen. Enfadados, tristes, rabiosos, ansiosos. Quieren saber la verdad. Exigen saberla. Al menos ser conscientes de a qué a tenerse, dejar de caminar a ciegas.
Y es que, como alguien dijo una vez: "Sólo sé que no sé nada" y que de ese nada sé la mitad y menos.
Y mientras intento encontrarme a mí misma camino sola, como dice el título, entre pequeños letargos incesantemente incomprensibles, pero sobre todo sola. Sin saber nada, sin ser capaz de comprender nada. O quizás, tal vez sí. A lo mejor, al final del día yo solo quiero escuchar a alguien decir aquella típica frase de mi película favorita: "No permitiré que nadie te arrincone". Y de esa manera encontrar el camino de vuelta a casa. El punto de retorno que también fue el de partida. Quizás solo esté hablando de encontrar la paz, o el alma. La mía.

domingo, 3 de abril de 2011

Es solo un relato surgido de un domingo lluvioso acurrucada en el sofá...

No sé qué me pasa. Siempre pensé que el amor te llega de golpe y te ciega de tal manera que no queda lugar para las inseguridades, al menos, al principio, pero con él no pasó así. 


Con él ha existido un transcurso, un proceso, uno en el que me he dado cuenta que odio cada uno de sus defectos, que son mucho he de añadir, pero también es eso lo que más amo.

Puede llegar a ser un estúpido arrogante, un capullo sin remedio, un egocéntrico engreído y a veces, cuando más vulnerable se siente, puede llegar a ser alguien realmente cruel, incluso podría aventurarme a decir que cuando se siente atacado, no resulta la mejor persona del mundo, y mucho menos la más manejable.


Tiene muchas cosas malas. Pero ha cambiado, y sé, quizá suene demasiado pretencioso, que yo soy la causa. El quiere ser bueno para mi. Y amo esa parte de él. La capacidad que tiene de esforzarse para ser alguien mejor...

Cuando estoy con él me olvido del tiempo. Puedo pasarme horas perdida en esos increíbles ojos, esos que, aún intentando no decirme nada, me lo cuentan absolutamente todo. Amo esa conexión hermosa que tenemos cuando estamos juntos, aún en el momento más cumbre lleno de incertidumbre siento nuestros corazones en armonía, en conexión, en entendimiento.

A veces, por la noche, cierro los ojos e imagino su rostro. Pienso en como sería estar con él y sonrío. Sería hermoso, intenso, mágico. Tan mágico como los silencios inaudibles, llenos de frases escritas en el viento, que compartimos juntos. Tan mágico como el hecho de querer salvarnos constantemente, incluso aunque yo le haya traicionado, incluso aunque él haya sacado su peor parte y me haya dañado. Tan mágico como el hecho de verlo entrar en una habitación y llenar la estancia con su presencia.

Quizás él no sea el chico perfecto, ese con el que siempre soñé. Quizás el no me pueda dar el cuento de princesas que sí están dispuestos a construirme otros. Pero sé que él me podría dar más, mucho más. 

Él podría darme todo lo que no me atrevo a decir, todo lo que no me atrevo a pensar. Podría ser casa, amor, sueño... Él tiene esa mezcla salvaje de humano y animal. Pasión y dulzura. Sentimiento y realidad. 

Él es esa persona que cuando despierto, lo único que quiero, lo único que me inspira, es, por una vez, tener la capacidad de poder sacarlos de mis sueños únicamente para abarazarlo. 

Es mi amigo, y quizás ahora, habiendo analizado cada paso del recorrido sea hora de permitirme admitir la verdad. De admitirselo a él, de poderle decir, te quiero... pero ¿y después?.

No tengo idea de lo que podría ocurrir después, pero la palabra que lo define todo es INEVITABLE, y contra eso no puedo luchar. No sé qué hacer, pero sí sé, que lo que siento es real y que tarde o temprano me armaré de valentía y haré lo que llevo tanto tiempo esperando, lo que de una vez quiero hacer, aunque eso signifique hacer daño a alguien más. 

Todo tiene que ver con una elección, pero ¿y sí pasa que la elección no es la correcta? A veces no sirve con saber que él es el chico de tu vida, aunque éste se empeñe en demostrártelo una vez tras otra, porque lo demuestra, pero ni siquiera él es consciente de ello. Quizás simplemente he de hacer lo correcto. Utilizar la razón. O mejor, seguir al corazón, pero... 

¿cuál es la razón? ¿Y cuál el corazón?

Lo único que me queda por decir es que si dos personas son el uno para el otro, al final terminan encontrándose... él me encontró y ahora es mía la elección...